Por Thania Villa Ruiz
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La realidad a veces es más dura de lo que imaginamos cada día las mujeres sufren no solo física, emocional, sino hasta mentalmente, ya no sabemos de qué cuidarnos, el mal nos acecha en cada rincón. Lo más triste podría ser la indiferencia con la que estamos rodeadas que no solo es del sexo contrario es decir los hombres sino también de las mismas demás mujeres que al ver o escuchar algo fuera de lo común tienden a criticar, juzgar o simplemente ser indiferentes. A veces lo más difícil es sentirse sola en alguna situación, no porque nadie más le pase, sino porque en ese momento nadie da una mirada amiga.
Muchas veces se nos enseña que no debemos de preocuparnos por ninguna persona que no sea de nuestra familia, pero ¿de verdad nos preocupamos por nuestra familia? Es más, ¿nos preocupamos por nosotros mismo de verdad? Pero eso no debería ser impedimento para ser empático, sin tener que llegar a la experiencia de vivirlo o de que alguien muy cercano lo viva.

Todos sentimos en algún punto que, cada día es un largo camino, ocuparse de todo y de nada pues el día nunca alcanza, es un esfuerzo grande, pero en qué momento nos ocupamos por nosotros, lo más seguro es que no exista, pero la culpa quizás sea de nosotros, pero no completamente, porque al ser nosotros seres sociales la mayor parte de nuestros aprendizajes son por imitación, estamos sumergidos en una cadena interminable de acciones que quizás estemos obligadas a realizar aúnque quizá también seamos conscientes y nos guste más la comodidad de vivir como ya está dictado o establecido, podríamos decir que hasta normal.
Desde que nacemos llevamos una carga que no para de aumentar a lo largo de la vida, lo más pesado es cargar con la sociedad que vive al pendiente de las acciones de los demás, muchas veces llegamos a pensar que cuando somos pequeños tenemos la vida más fácil, aunque si lo pensamos bien a ninguna edad dejamos de aprender, lo que va de la mano con estar rodeado de personas que nos llenan de formas de vivir diferentes, de donde tenemos que elegir como vivir o actuar, que solo se aprenden con ensayo y error, se nos enseña que es más fácil y rápida la violencia, que escuchar. Aunque, ¿cómo podemos hablar si los oídos están sordos?

No estoy segura ni aquí, ni allá, ni grande ni pequeña, a quien he de confiar mi vida, aún que la vida sea posible, tristemente a mí fácil me la pueden quitar, principalmente por pensar que somos diferentes por cualquier excusa.
Cómo debo vestir, comer, hablar, etc., todos llegamos a pensar todas esas cosas antes de salir no hay diferencia entre hombre y mujer, tan obvias, pero cuando comparamos un poco vemos que la vía no es igual entre uno y otro sexo, no se les pide lo mismo, aun teniendo la posibilidad de realizar las mismas cosas, siempre se nos ha enseñado que existe una diferencia que es más entendida cuando la vives, todos queremos ser reconocidos de alguna forma, lo que nos hace de alguna forma un poco egoístas para poder sobrevivir en una sociedad donde debes de ver primero en ti, y muchas veces no importa el que está alado, ni siquiera importan las personas con las que vivimos, pero sí llegamos a exigir que nos vean, nos reconozcan.
Nosotros podemos formar un mundo donde nadie corra peligro, pero para eso debemos de aprender a amarnos primero, a escuchar a los demás, etc., que dependerá muchas veces de darnos cuenta de lo que no nos funciona para estar mejor, y de tener el valor de empezar poco a poco a buscar una meta para lograr la tranquilidad para todos.