Por: Joaquín Moreno Rodríguez
Revisión y notas añadidas de: Dr. Héctor Caleb Lagunas Rojas
En el año 2020 la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP por sus siglas en inglés) definió al dolor de la siguiente manera: “Es una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada o similar a la asociada con daño tisular real o potencial”. [1]
Asociar el dolor a un daño estructural o tejido es una creencia errónea, que puede afectar al proceso de recuperación de una persona, debido a que el dolor no se encuentra en los tejidos sino en el cerebro, y depende de las creencias, experiencias y perspectivas que tiene la persona ante alguna situación. Los padres de la neurociencia del dolor actual, Wall y Melzack [2], descubrieron que asociar el dolor a un daño estructural o patología, puede incrementar el dolor de las personas.
El dolor es subjetivo y sumamente complejo, pero cuando es una sensación real que perciben los seres vivos, y en parte, se pudiera decir que es indispensable como un sistema de alerta y protección que nos brinda el sistema nervioso ante alguna situación que pudiera necesitar atención médica, que algo está pasando en nuestro cuerpo y habría que pedir consulta con los expertos; Sin embargo, muchas veces solo se atiende y trata a los tejidos, pero no a la persona que lo padece (paciente), es por eso que el dolor persiste, porque los tejidos sanan pero el sistema nervioso recuerda.
Es importante reconocer el contexto y hechos o vivencias previas al dolor que las personas refieren. Se han documentado casos de soldados que han perdido una extremidad, o han sido heridos durante una batalla sin sentir dolor mientras combatían [3]. Los soldados no sienten dolor en el combate, porque su cerebro analiza el entorno y considera que es una amenaza mayor para su sistema nervioso no continuar defendiéndose. Una situación “parecida” puede que te haya ocurrido a ti.
Si has practicado alguna actividad deportiva o arte marcial, es posible que hayas recibido un golpe durante el transcurso de estas actividades, lo curioso es que te ha empezado a doler hasta que terminó el partido o el torneo, o incluso que el dolor haya aparecido hasta días después. De aquí la famosa frase de: “me empezó́ a doler cuando me enfrié”. En realidad, es la misma situación que la del soldado en la batalla. A tu cerebro le parecía más importante ganar el partido o que no recibieras golpes en exceso durante el combate que enviarte señales sensitivas de dolor en ese momento. En cambio, si sufrías dichos golpes en otros escenarios no competitivos, si sentías un dolor inmediato.
El dolor depende del contexto y la relación que el sistema nervioso le otorga a los hechos, por ejemplo, todos hemos sentido dolor en algún momento de la vida: al agacharnos o al levantar un objeto pesado, asociando el dolor al movimiento (dolor = agacharse, agacharse = dolor), pero lo que no recordamos es que muchas otras veces en el pasado hemos hecho ese mismo movimiento agachándonos o levantando algún objeto y no sentimos ese dolor. Dando origen al miedo – evitación, haciendo creer a nuestro cerebro que si hacemos ciertos movimientos existirá dolor, limitando nuestro cuerpo al movimiento, que en un futuro nos hará frágiles y posiblemente hasta sedentarios. Habría que mencionar que así como se puede menospreciar al dolor de la forma que antes se relató, también se debe evitar automedicarse y tener conciencia de los datos de alarma o semiología del dolor que puedan integrar un cuadro compatible con situaciones de vida o muerte como un infarto al miocardio.
El dolor en general lo experimenta cada persona de una manera particular, única según un umbral establecido porque intervienen muchos factores biopsicosociales, las creencias y vivencias de las personas ante ciertas situaciones “cotidianas”. Lo que para algunas personas puede ser muy temido, para otras personas (deportistas) puede ser una situación muy habitual como un golpe o una caída, pero si cualquier persona se corta con una hoja de papel o se pincha con algún alfiler, seguramente sentirá un dolor intenso, hecho que nos lleva a decir que ya está comprobado por las neurociencias que: “el dolor no es proporcional al tejido dañado.”
En la actualidad, se sabe mucho acerca del dolor. Aún faltan muchas cosas por comprender e investigar, sin embargo, pese a la toda la información que ya sabemos, muchos “profesionales de la salud” siguen creyendo que el dolor está en los tejidos y atienden a los tejidos que creen que están dañados y no a la persona que los padece, generando un efecto nocebo en la persona. Esto resulta en un retraso para el proceso de normalización del dolor porque se considera que “su dolor es psicológico”, como es el caso de los deportistas o pacientes que aún siguen sintiendo dolor, a pesar de que los estudios de imagen y el examen médico arrojan que ya no hay lesiones.
El problema es que persisten alteraciones a nivel nervioso que provocan que permanezca la amenaza en su cerebro como un estado mental intolerable y perturbador caracterizado por una experiencia interna de emociones negativas, y aunque sus tejidos se hayan recuperado, en el sistema nervioso central y periférico pueden permanecer señales de amenaza (dolor) que se propagan al sistema músculo-esquelético. Todo esto provoca una alteración de los mapas cerebrales.

En conclusión, el dolor es un mecanismo de alerta-defensa para informar que el cuerpo de quien lo padece se siente amenazado o algo está sucediendo. El dolor que las personas sin ninguna patología psiquiátrica de por medio o alguna intención de exagerar o mentir al respecto de esta sensación, debe de considerarse real, pero no necesariamente está en los tejidos y cada persona lo vive según las debilidades o las fortalezas que tenga no solo su salud física sino también mental, psicológica y los determinantes sociales que puedan explicar esa conformación de un umbral de dolor en particular.
Si tu dolor es crónico y lo has “tratado” y no desaparece, puede que tu cerebro aún se sienta amenazado o en peligro, busca a verdaderos profesionales de la salud que sepan que a veces reestablecer la salud no es responsabilidad de una sola persona sino de un equipo que esté capacitado para brindar la mejor atención integral posible.
Referencias:
- IASP Subcommittee on Taxonomy. Pain terms: a list with definitions and notes on usage. Recommended by the IASP Subcommittee on Taxonomy. Pain. 1979;6(3):249-52.
- Butler, David y Moseley, Lorimer. Explicando el dolor. Adelaide : Australia, 2010.
- Neural representations and the cortical body matrix: implications for sports medicine and future directions. Wallwork, Sarah, y otros. p. bjsports-2015-095356, s.l. : British journal of sports medicine, 2015.
Excelente tema
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