Por: J. Efraín Herrera Orea
El fuego olímpico viajó cerca de dos mil kilómetros en unos cuantos meses y, después de los juegos de Tokio, el pebetero arde en Beijing, ahora para la edición invernal. Si en el verano la organización de los juegos giró en torno a la gestión de la pandemia, en esta ocasión parece que los cálculos geopolíticos son el tenor del momento. Más allá de la posición en el medallero, Beijing 2022 puede ser entendido como parte de la lucha por el liderato del sistema internacional.
De un tiempo para acá, el mundo se ha venido acostumbrando a ver la bandera china en los primeros puestos en la acumulación de preseas. Sus delegaciones son números y, sobre todo, competitivas. Sin embargo, el dominio en las pistas y campos de juego es tan solo una parte de la estrategia olímpica china. Desde la década de 1980 el deporte de élite se incorporó a la economía planificada, obteniendo un gran apoyo por parte del gobierno central. Junto con los centenares de medallas de oro el mayor éxito de dicha estrategia ha sido la obtención de sedes para albergar los juegos. En 2002, el entonces presidente Jiang Zemin, advirtió sobre un periodo de veinte años de coyuntura internacional favorable al fortalecimiento de China y su consolidación como contendiente a la hegemonía (Jisi, 2011). En ese lapso, Beijing ganó dos candidaturas. Con ello, la capital china se ha convertido en la única sede olímpica en albergar las ediciones de verano e invierno.
La popularidad de Beijing vino solo después de un rechazo por la disputa de los juegos del año 2000. En aquella ocasión el Comité Olímpico Internacional (COI) reclamó los bajos estándares ambientales de la ciudad y el débil dominio del inglés y francés por parte del personal chino (COI, 1993). Para el 2008 la carta de presentación fue el vigor del crecimiento y desarrollo acelerado y la disposición para integrarse a la comunidad internacional mediante la creación de vínculos de cooperación (COI, 2000).

Para sus aspiraciones para las competencias invernales del 2022, China ya contaba con el respaldo que le dio la buena gestión olímpica anterior. El comité organizador apostó por la adopción del desarrollo sustentable para obtener, una vez más, la simpatía del movimiento olímpico. Según su plan, se calculó que entre 2014 y 2017 las inversiones relacionadas con la mejora de la calidad del aire y la reducción del consumo de carbón ascenderían a los 130 millones de dólares (COI, 2014). De esta manera, China busca resolver los problemas ambientales que le evitaron hospedar las competencias del año 2000, máxime siendo parte del Acuerdo de París.
La evolución de Beijing como una de las capitales del olimpismo moderno puede ser entendida como parte de los esfuerzos que China ha maquinado para demostrar los éxitos del modelo de desarrollo desde la más estricta planeación central del Estado. Por otro lado, Beijing 2008 fue desde 1980 la primera sede en un país que no se encontraba completamente alineado al orden mundial liberal regulado desde occidente. Es decir, incluso con la permanencia de elementos socialistas, China fue a los ojos de occidente como un socio confiable.
No obstante, en las vísperas del inicio de las competencias el gobierno estadounidense y algunos de sus aliados anunciaron su malestar respecto a la vulneración de los derechos humanos de la minoría uigur de la región de Sinkiang, por lo que hicieron un llamado por no enviar representantes diplomáticos a las ceremonias protocolarias. Anteriormente, en 2008 se presentaron esporádicas protestas durante el recorrido de la antorcha para alzar la voz en contra de las políticas del gobierno chino en relación al Tíbet. En ese momento, como ahora las autoridades olímpicas han dado su apoyo implícito al gobierno chino al pedir la menor interferencia del mundo político.
Este boicot diplomático recuerda a los sucesos de Moscú 1980 en donde gran parte del bloque occidental retiró a sus delegaciones de las competencias como rechazo a la invasión soviética en Afganistán. Entonces, las doctrinas Carter y Reagan sobre el dominio estratégico estadounidense en Medio Oriente y del apoyo directo a movimientos anticomunistas eran las conductoras de la política exterior estadounidense. Ahora, los Juegos Olímpicos se ven afectados por la recientemente lanzada doctrina Biden que intenta reforzar la democracia liberal en el mundo al invertir en el reposicionamiento de su democracia local y rivalizar con sus rivales directos, a los que la administración estadounidense ha llamado regímenes autocráticos (Brands, 2021).
Beijing 2022 es la segunda experiencia olímpica en dicha ciudad, y el juego geopolítico ha desplazado al de las pistas y arenas. China se ha posicionado como uno de los actores más relevantes en las relaciones internacionales contemporáneas, y como tal ha comenzado a usar instrumentos para expresar su ascenso y poder más allá de los tradicionales. Al mismo tiempo, y después de la conmoción del trumpismo, Estados Unidos tiene como misión recuperar el terreno y posicionar su agenda. Más allá de las medallas y los resultados, las competencias a observar serán las del manejo de la pandemia, las políticas ambientales y sobre los derechos humanos. Los Juegos de Inverno se han convertido en una de las arenas de confrontación entre las potencias en disputa.
Referencias:
Brands, H. (2021, June 29). The Emerging Biden Doctrine. Foreign Affairs. https://www.foreignaffairs.com/articles/united-states/2021-06-29/emerging-biden-doctrine
COI. (1993). Report. IOC Enquiry Commission for the Games of the XXVII Olympiad 2000. https://issuu.com/thatsnotmypuppy/docs/2000evaluationreport
COI. (2000). Beijing 2008 candidate city / Comité pour la Candidature de Beijing aux Jeux Olympiques de 2008. Olympic World Library. https://library.olympics.com/Default/doc/SYRACUSE/42147/beijing-2008-candidate-city-comite-pour-la-candidature-de-beijing-aux-jeux-olympiques-de-2008
COI. (2014). Beijing 2022 : candidate city / Comité de candidature de Beijing aux Jeux Olympiques d’hiver de 2022. Olympic World Library. https://library.olympics.com/Default/doc/SYRACUSE/30454/beijing-2022-candidate-city-comite-de-candidature-de-beijing-aux-jeux-olympiques-d-hiver-de-2022
Jisi, W. (2011). China’s Search for a Grand Strategy: A Rising Great Power Finds Its Way. Foreign Affairs, 90(2), 68–79. https://www.jstor.org/stable/25800458
Con Estados Unidos perdiendo liderazgo y credibilidad y una China agigantados por sus recursos económicos ¿dónde queda América Latina?
Muy buen articulo
Felicitaciones
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