¿Comes por hambre física o por hambre emocional?

Por: Arlet Martínez Gómez

Muchas veces comemos sin tener una necesidad fisiológica, pero tal vez no hemos podido identificarlo puesto que en varias ocasiones esto puede pasar desapercibido.

¿Por qué sucede esto?, ¿por qué se realizan estos actos?, con frecuencia son nuestras emociones las que tienen que ver con que se realice el acto de comer aún sin que nuestro organismo realmente tenga apetito.

Ahora bien, conozcamos un poco más acerca de las emociones. Tanto en su forma positiva como negativa, son fundamentales en la vida de todo ser humano, esto porque permiten adaptarnos a las diferentes circunstancias de la vida diaria: la alegría o el amor, o negativas, como el miedo o la ansiedad y cuando estas últimas son muy intensas o se prolongan en el tiempo pueden afectar a nuestra salud.

Ataque de los pretzels - foto de stock

Sin embargo, Fernandez (2016), añade que, debemos tomar en cuenta que lo que nos afecta, no son las emociones en sí mismas, sino la forma de afrontarlas, es decir, cuando la persona no es capaz de llevar a cabo estrategias de afrontamiento adecuadas surgen problemas que afectan, como lo son los  hábitos alimentarios.

Es así que, para aquellas personas que tienen pocas estrategias de afrontamiento o regulación de emociones, esto  repercute en su conducta alimentaria. Entonces, estas personas comen en exceso en respuesta a emociones y no necesariamente para saciarse o como una respuesta a una necesidad fisiológica, y tienden a seleccionar aquellos alimentos de alta densidad energética.

Es importante mencionar que, Palomino (2020), refiere que de acuerdo con diversos estudios, existen diferencias en la ingesta de alimentos, relacionado con la intensidad de la emoción, ya que los individuos ingieren más alimentos en presencia de emociones positivas o negativas que frente a emociones neutras, esto estaría explicado porque a mayor intensidad de la emoción experimentada menor control alimentario, lo que además ocurre frecuentemente en personas que están en dietas o planes alimenticios.

Mujer en la cocina frente al refrigerador - foto de stock

Es decir, el individuo pretende controlar el estado de ánimo, aumentando la ingesta de alimentos, lo que hace evidente que la persona prioriza el control de su estado de ánimo (sentirse mejor), en relación con el autocontrol en su conducta alimentaria, dejando de lado los objetivos a largo plazo, como lo son la mantención de la dieta o del peso corporal.

Ahora bien, de acuerdo a las investigaciones y estudios realizados por el psicólogo Ganley, señala que tres cuartos de las personas con exceso de peso son comedores emocionales. Es así que, la prevalencia de la cantidad de personas que comen en respuesta a alguna emoción, ha sido estudiada, a partir del concepto del comer emocional.

Por otra parte, ¿en qué consiste la regulación o afrontamiento de emociones?, es importante dar respuesta a esta interrogante debido a que de esto depende el poder tener un mayor control alimenticio.

La regulación de las emociones, consiste, como su nombre lo indica, en el manejo de las emociones con la utilización de ciertos procesos, tales como: la capacidad de redirigir la atención, de la evaluación cognitiva que le dan forma a la experiencia emocional y del manejo de las consecuencias fisiológicas de la emoción. Durante el mismo proceso de la regulación de las emociones, las personas pueden aumentar, mantener o disminuir las emociones positivas o negativas, en consecuencia, la regulación de las emociones a menudo implica cambios en la respuesta emocional; cambios que pueden ocurrir cuando presentan sus emociones, cómo las experimentan y cómo las expresan.

Es así que, Fernandez (2016) refiere  una distinción entre los dos tipos de hambre:

– Hambre física: se sitúa en el estómago, y aparece de forma gradual después de varias horas sin comer. Tras la ingesta desaparece y el individuo tiene sensación de plenitud y satisfacción. No genera sentimientos negativos.

– Hambre emocional: se sitúa en la cabeza, y surge en cualquier momento de forma repentina. Existe preferencia por determinados tipos de comida. La sensación de hambre persiste a pesar de ingerir alimentos, tras lo cual aparecen sentimientos de culpa y vergüenza por comer excesivamente.

Entonces cuando una persona come frecuentemente sin señales de saciarse en determinado momento estaremos hablando de un comedor emocional, no necesariamente se come sus emociones en el sentido estricto, pero como se ha revisado si usa el alimento como una estrategia de afrontamiento, la cual no es adecuada por las repercusiones negativas que trae para su salud física y emocional.

Entonces, ¿comes por hambre física o emocional?…

Referencias:

Fernández, L. (2016). Influencia de las emociones en la conducta alimentaria [PDF}. https://repositorio.uam.es/bitstream/handle/10486/684855/fernandez_lucas_lidia%20mariatfg.pdf?sequence=1&isAllowed=y

Palomino, A. (2020). Rol de la emoción en la conducta alimentaria. Revista Chilena de Nutrición, 47(2). pp. 286-291. DOI http://dx.doi.org/10.4067/S0717-75182020000200286

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