Por: Héctor Caleb Lagunas Rojas
Desde hace ya algún tiempo, nuestro país es el lugar más peligroso para ejercer el periodismo. De 2000 a la fecha, ARTICLE 19 ha documentado 149 asesinatos de periodistas en México, en posible relación con su labor. Del total, 137 son hombres y 12 son mujeres.
De estos, 47 se registraron durante el mandato anterior del presidente Enrique Peña Nieto y 30 en el actual de Andrés Manuel López Obrador. El gobierno de Javier Duarte, que comenzó en diciembre de 2010 y finalizó el 30 de noviembre de 2016 en Veracruz, ha sido el más letal para los comunicadores: 18 periodistas asesinadas/os (incluyendo al fotoperiodista Rubén Espinosa). Dicho estado tiene el mayor registro de asesinatos de periodistas, con 31.
El caso más reciente es del pasado 6 de febrero de 2022, acribillaron a Marcos Ernesto Islas, director general de Notiredesmx, en Tijuana.
La propia SEGOB de la administración actual, se ha tenido que ver en la necesidad de reconocer que el 90% de los casos de asesinados y/o desapariciones de han quedado impunes en los últimos años.

México tiene problemas estructurales muy graves que no se han ido a pesar de que los voceros de la 4T afirman que ya no existen. Parte fundamental de un estado democrático es garantizar a sus ciudadanos el derecho a la información y más aún en términos de derecho a la verdad en casos de violaciones a derechos humanos.
Así como los periodistas tienen el derecho de ejercer su oficio sin presiones, amenazas ni humillaciones, los ciudadanos tenemos el derecho de que saber quiénes son las víctimas, quiénes los victimarios, que sepamos en qué contexto se dieron los hechos y que contemos con información suficiente para saber qué sucedió.
La prensa es agredida por la labor de informar a la gente, alrededor del 50% de las agresiones son vinculadas a corrupción precisamente porque hay intereses particulares de que no salgan a la luz muchos de los ilícitos que se siguen cometiendo.
Para ARTICLE 19, a pesar de estos compromisos y obligaciones nacionales e internacionales, México ha fallado en garantizar el derecho a la verdad y a la justicia. En el contexto en que vivimos —donde al menos 60,000 personas permanecen desaparecidas, más de 250,000 han sido asesinadas en los últimos 14 años, cientos de miles han tenido que desplazarse de manera forzada y al menos 10 mujeres son víctimas de feminicidio cada día—, el derecho a la verdad es fundamental no solo para las víctimas, sino también para la sociedad. Para entender qué es lo que está sucediendo y para incidir en que se generen condiciones para atacar estos problemas y poder caminar hacia la no repetición, es fundamental que como sociedad tengamos información suficiente.

Conocer la verdad siempre resulta caro en un país en el que el tejido social se mantiene al margen ante hechos ilegales, corrupción, tranzas, injusticias, conformismo y egoísmo y eso hace que los periodistas, en su búsqueda por las raíces de los hechos, sean presas fáciles y no solo eso, sino también el menosprecio por el trabajo que realizan. Muchos de ellos escuchan las voces de comunidades que han sido silenciadas y muestran apertura para conocer las visiones que tienen respecto de los problemas de su localidad, del país y del mundo.
La sociedad no es homogénea, es diversa y en cada cabeza hay un mundo. La dimensión de los efectos que implica perder una voz y perder el acceso a la información que los periodistas ofrecían a sus comunidades y a la sociedad es gravísima y es perder una oportunidad hacia el fortalecimiento de la democracia de un país más libre, justo y de fraterno.
Necesitamos ser ciudadanos más críticos, empoderados, entender que el engrane fundamental para que funcione un sistema de organización social depende de cada uno de nosotros y no de un líder o una autoridad y que deslegitimar el trabajo periodístico de las víctimas, de criminalizarlas y revictimizarlas con el objetivo de apagar la indignación alrededor de escándalos de la administración pública, violencia, ilícitos y demás, solo hace que nuestra sociedad esté apunto de gangrenarse.

¿Qué estamos haciendo como sociedad civil organizada para evitar que se sigan violando nuestros derechos, porqué en México ya son «normales» los asesinatos y las desapariciones, cuáles son las razones de nuestra creciente insensibilidad para algo que a mí, a ti, a nosotros NOS DEBERÍA DE OFENDER?
De nosotros depende acabar con el silencio replicando el mensaje de quienes ya no están, recuperar sus voces.