La sádica historia de Erzsébeth Báthory

Por Monserrat Rebollo

Tiempo de lectura: 4 minutos

Vampira para la leyenda, asesina en serie para la historia…

Erzsébeth Báthory de Ecsed se convirtió en leyenda al ser considerada una de las mujeres más infames de Hungría y del mundo, con más de 650 asesinatos cometidos a sangre fría recibió el récord Guinness como la mayor asesina en serie de la historia.

Nació el 07 de agosto de 1560 bajo el seno de una de las familias más poderosas y adineradas de Transilvania. Producto de la endogamia practicada por el clan, los Báthory eran considerados uno de los linajes más extravagantes de la época, además de que su más conocido antepasado llevó el nombre de Vlad Tepes, mejor conocido como Drácula.

Vivió toda su infancia en el castillo de los Ecsed en donde recibió una amplia y excepcional educación. Fue una de las mujeres más instruidas de la época, sabía leer, escribir y hablaba húngaro, latín y alemán a la perfección. Desde su niñez mostró gran interés por la alquimia, el esoterismo y otras prácticas que se llevaban a cabo por la dinastía.

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A los once años fue prometida a su primo, el conde Ferenc Nádasdy, con el cual contrajo matrimonio a la edad de 15 años, recibiendo así su título como condesa. Pesé a lo extraño que puede sonar y contrario a lo que se vivía en aquel tiempo, Erzsébeth conservó su apellido de soltera, siendo su esposo el que sustituyera el suyo, ya que él apellido Báthory era mucho más ilustre y reconocido que Nádasdy.

Después de la celebración matrimonial se mudaron al castillo de Cachtice junto a su no tan querida suegra, Úrsula. El conde solía pasar largas temporadas lejos del castillo debido a su cargo como general del ejército, provocando la soledad y el aburrimiento de la joven condesa, quien comenzó a practicar con sus sirvientas las torturas favoritas de su marido, tales como: introducir agujas debajo de sus uñas, golpearlas brutalmente con mazos, inclusive quemar sus genitales.

Diez años después del matrimonio concibió a su primera hija, Ana, y durante los nueve años siguientes dio a luz a Úrsula, Katherina y Pablo.

El 4 de enero de 1604 muere el conde en manos de una repentina enfermedad en el campo de batalla. Dicho suceso desbordó la locura contenida dentro de la Báthory ya que posteriormente optó por correr a su odiada suegra del castillo y mandó secuestrar a cada una de las doncellas que la servían entregándose así a su nueva pasión, el sadismo.

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Como se mencionó anteriormente la Báthory adoptó los correctivos sádicos de su marido y así castigaba a sus doncellas tanto en el acto sexual como en el laboral, cualquier error cometido se pagaba con sangre.

Pasado el tiempo y con más de 44 años encima, la condesa comenzó a notar que su belleza se desgastaba con el pasar de los años y convencida de que el uso de la sangre de las doncellas le otorgaría la juventud eterna, mandó a construir un laboratorio en el sótano del castillo, el cual contaba con toda clase de artefactos de tortura, entre ellos la conocida “Dama de hierro”.

Cabe mencionar que la condesa tenía una gran atracción sexual por las mujeres pero su amor por el sadismo y la belleza la llevó a cometer un sinfín de atrocidades junto a su cómplice Darvulia dando rienda suelta a los actos más brutales de la época y de la actualidad.

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Con la excusa de darles trabajo, sus sirvientes atraían a las jóvenes para torturarlas y masacrarlas, llenaban de sangre la bañera para que la condesa tomará su baño «rejuvenecedor», pero no sólo eso, también solía beber la sangre directamente de sus víctimas arrancándoles la  piel a mordiscos, ganándose así el apodo de “La condesa sangrienta”.

Durante un largo tiempo sus sirvientes se encargaron de satisfacer la sed de la aristócrata, pero tras la muerte de Darvulia todo se salió de control, Erzsébeth comenzó a secuestrar, torturar y asesinar a doncellas de cuna noble, haciendo caso omiso de las advertencias de la bruja.

En un principio las victimas recibían un entierro respetable por parte del pastor local, pero tras ver la cantidad tan elevada de jóvenes fallecidas por “causas misteriosas” se negó a seguir, por lo cual, encubrir los cadáveres ya no era una tarea fácil, se vieron obligados a ocultarlos por ellos mismos en zonas recurrentes como el jardín de verduras de la cocina, el río que corría bajo el castillo, así como los campos cercanos al mismo.

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Debido a los rumores que se escuchaban en el pueblo y tras la confesión de una sirvienta que logró escapar, el rey Mathias II ordenó realizar una investigación inmediata, lo que ocasionó el fin de su juego sádico. Al ingresar al castillo encontraron a una joven criada en estado agónico y un paisaje aterrador de cadáveres torturados, ceniza y serrín por todos lados pues estos eran usados para absorber la sangre que se vertía, un fastidioso olor a carne putrefacta y a la misma condesa tomando uno de sus baños.

Como era de esperarse la detención se realizó al instante condenando a ejecución a cada una de las personas que la servían. Por otro lado la condesa no recibió juicio alguno y fue encarcelada de por vida en su propio castillo, en donde cuatro años después, el 21 de agosto de 1614 murió sin siquiera ver la luz del sol.  

Referencias

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