Por Jessica Guzmán
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Este año, 2021 se cumple el sexagésimo aniversario del descubrimiento de un fármaco, que, al ser ingerido por las mujeres embarazadas, alteraba el desarrollo embrionario, produciendo graves malformaciones de las extremidades.
El nombre talidomida sigue causando conmoción entre el gremio médico y científico, y no de manera infundada, pues no existe otro medicamento en la historia de la Medicina, con tanta teratogenicidad como éste.
Corría el año 1953, una compañía farmacéutica suiza, Ciba, acababa de sintetizar una nueva sustancia: la alfa-phthalimido-glutarimida, comercialmente conocida como talidomida. Después de un extenso periodo de pruebas, no completaron su desarrollo. Sin embargo, la compañía alemana Chemie Grünenthal, asumió la responsabilidad de continuar su industrialización en 1954.
Cuatro años más tarde, se autorizó su venta para el tratamiento de las náuseas y vómitos durante el embarazo en Alemania, Canadá e Inglaterra. Inmediatamente después, se exportó con más de 80 nombres comerciales a casi 50 países, exceptuando Francia y Estados Unidos, donde no se autorizó por detección de neuropatía periférica como efecto indeseable.

El 18 de noviembre de 1961, el clínico y genetista alemán Widkind Lenz, reportó la relación entre el consumo de talidomida y graves malformaciones observadas en más de 50 recién nacidos. Éstas afectaban sobre todo a brazos y antebrazos, con presencia de partes de la mano unidas al hombro, dando un aspecto semejante a las aletas de una foca, por lo que se denominó focomelia, que médicamente se define como la pérdida o el acortamiento grave de los elementos proximales de las extremidades.
Paralelamente, el obstetra australiano William McBride documentó casos de focomelia, amelia (ausencia de toda la extremidad), y ausencia o hipoplasia del pulgar u otros dedos. Lenz envió sus observaciones a la prestigiosa revista Lancet. Sin embargo, su publicación se retrasó hasta 1962 por “falta de espacio” en la revista. Mientras tanto, en ese plazo, recién nacidos del mundo entero sufrieron las consecuencias del medicamento, y aunque hoy en día se desconoce la cifra exacta, se estima que hubo en total más de 20,000 niños afectados, de los cuales entre 40 al 50% fallecieron antes del año de vida (actualmente sobreviven menos de 4,000).
Tras esta publicación, la talidomida fue retirada inicialmente del mercado alemán por Grünenthal y progresivamente en todo el mundo. Posteriormente, se estableció que el periodo sensible al efecto de la talidomida en el desarrollo embrionario estaba entre los días 20 y 36 después de la fecundación, y que los daños no se limitaban exclusivamente a las extremidades, sino que se asociaban también a alteraciones cardíacas, renales, digestivas, oftálmicas y auditivas.
La respuesta al escándalo de la talidomida difirió entre los países en los que se presentaron afectados. En Alemania, se iniciaron acciones penales en un tribunal regional de Aquisgrán, principalmente contra nueve responsables de Chemie Grünenthal en 1968, entre ellos miembros del partido Nazi, como el caso de quien fue director científico de esta compañía: Heinrich Mückter, quien realizó investigaciones y experimentos en prisioneros de guerra polacos, causando la muerte de cientos de ellos. Igualmente, destacó la participación en este crimen de Otto Ambros, científico nazi que trabajó para Grünenthal, de quien se aseguró que realizaba experimentos con talidomida en los campos de prisioneros de la Segunda Guerra Mundial.

Estas acciones penales terminaron siendo archivadas, sin imponer condena alguna el 18 de diciembre de 1970, con apoyo de la fiscalía. En la resolución judicial se decretó, además, la inmunidad de Grünenthal frente a futuras reclamaciones judiciales, y en ese momento la compañía se negó a ofrecer disculpas e indemnizar a los afectados.
Independientemente de si la talidomida fue el último crimen nazi a gran escala o no, la postura del gobierno alemán se plantea como éticamente cuestionable aún hoy día, pues hasta la fecha ha entregado compensaciones solo a cerca de 2,700 víctimas con ciudadanía alemana, aunque el medicamento se distribuyó en 46 países.
El 9 de septiembre de 2012, Grünenthal pidió por primera vez disculpas públicamente por las graves malformaciones provocadas por el fármaco. Durante el acto, se inauguró en Stolberg, Alemania una escultura de bronce en conmemoración a los afectados representados por una niña sin brazos y con una malformación en los pies, sentada en una silla y junto a otra vacía.
Las palabras del director ejecutivo de la compañía han sido consideradas inapropiadas, insuficientes y tardías por las asociaciones de víctimas de diversos países, coincidiendo unánimemente en que carecen de sinceridad y no corresponden con la responsabilidad judicial, las irregularidades en el proceso de compensación económica y recursos sanitarios suficientes a las víctimas.

La ahora nombrada Catástrofe de la talidomida, ha tenido enorme repercusión a nivel legal. Por un lado, obligó a introducir cambios en los ensayos clínicos y en el proceso de autorización de los medicamentos, que deben asegurar su eficacia y seguridad antes de su entrada en el mercado. Por otro, llevó a una regulación de la responsabilidad civil causada por productos defectuosos.
Tras la retirada del mercado de la talidomida para tratar las náuseas en el embarazo, continuó la posibilidad de administrar este fármaco como sedante e hipnótico exclusivamente para pacientes con lepra en los Estados Unidos.
Hoy en día se han descubierto efectos beneficiosos de la talidomida en diversas patologías, principalmente de tipo oncológico, y se tiene un control más estricto de su prescripción y comercialización, sin embargo, es inevitable y en gran parte sensato, que gran parte de la población se siga preguntando ¿es seguro consumirla?
Referencias:
- Martínez-Farias ML. Talidomida: 50 años después. Med Clin (Barc). 2012;139(1):25–32.
- Navarro-Michel M. Daños causados por la Talidomida. La batalla legal que no cesa. Comentario a la STS de 20 de octubre de 2015 . Rev Bio y Der. 2016; 37: 133‐148 .
- Chávez-Viamontes JA, Quiñones-Hernández J, Bernárdez-Hernández O. Talidomida, contextos históricos y éticos. Rev Hum Med. 2009;9(3):1-18
- Gatti CF. La talidomida y su tragedia. Med Cutan Iber Lat Am 2018; 46 (3): 233-235
- Papaseit E, García-Algar O, Farré M. Talidomida: una historia inacabada. An Pediatr (Barc). 2013;78(5):283-287
Excelente recordar que no todo en medicina está dicho y que hay que tener mucho cuidado con los efectos adversos de los medicamentos, con ello el surgimiento de la farmacovigilancia.
La ciencia es solo una herramienta que no puede ser catalogada como buena o mala, acaece en el ser humano los tropiezos del uso de la misma y por ende, debe de ser responsable de las consecuencias y de sus perversiones.
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En muchos paises de América latina no hay consenso, no hay estadísticas ni estudios sobre el impacto de la talidomida e las malformaciones de ñiños nacidos en esa época. Una vecina de casa, Bogotá, Colombia, cuyo hijo nació sin un brazo siempre atribuyó al fármaco ingerido en su embarazo que su hijo naciera así. Pero nunca tuvo ni una disculpa. Y menos una publica como nos la refiere este artículo. Felicitaciones. William
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