¡Ya no quiero crecer! La precarización laboral en la juventud de México

Por Antonio Rivera y Pilar G.

Tiempo de lectura: 5 minutos

Pareciera ser que la generación nacida entre 1990 y el 2000, crecimos con la idea de que estudiar y terminar una licenciatura nos aseguraría un futuro con alguna estabilidad económica, laboral y personal, pero como todo discurso basado en la meritocracia, no está apegado a la realidad.

Ante el duro golpe de la precarización laboral en la que vivimos las juventudes en México y, en un escenario similar, en América Latina, como lo destaca Dídimo Castillo Fernández en su libro: Precariedad y desaliento laboral de los jóvenes en México, “en México, particularmente, los trabajadores jóvenes sin titulación suelen insertarse más fácil y rápidamente al mercado de trabajo, que quienes cuentan con niveles de educación media superior o superior, pero no siempre lo hacen en las condiciones y circunstancias laborales deseadas. La educación no es, o lo es cada vez menos, una herramienta o recurso suficiente para abatir el desempleo”[1]

Es decir, hablamos de una realidad que ha superado cualquier política pública, donde podemos analizar y encontrar causales que han llevado a la precarización laboral a generalizarse en México, en donde, según un reporte del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico A.C, en el periodo del 2000 al 2017, habían desaparecido 1.83 millones de fuentes de ocupación y empleo que pagaban más de 5 salarios mínimos (que en aquel entonces era de 83 pesos), por lo que, México, al tener una amplia población joven económicamente activa, la demanda laboral supera su oferta. 

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Siendo así, al día de hoy, en pleno 2021, sobran las historias de egresados universitarios empleándose en actividades que no corresponden a su profesión; ahora bien, si a ello sumamos que en México, la tasa de ocupación laboral infantil es de 8.4 por cada 100 niños, es decir, más de 2 millones de niñas y niños en México trabajan desde los 5 años[2], nos da una clara visión sobre la enorme brecha de desigualdad de oportunidades a la que nos someten desde la niñez, misma brecha, que sin importar la edad se ha reflejado y lo seguirá haciendo en la realidad de toda la población joven que representa más de 30 millones de los 127 millones de mexicanos y mexicanas[3].

El ejemplo más simple de estas brechas de desigualdad lo encontramos si seguimos con el discurso meritocrático y le exigimos a un joven de la sierra de Guerrero que compita por un puesto ejecutivo contra un joven de la colonia del Pedregal en la Ciudad de México, la respuesta sería obvia respecto a quién brindarán un trabajo más digno, pues de facto sabríamos quién gozaría de un salario superior al mínimo y de prestación superiores de ley, las cuales, no discutiremos si éstas brindan un bienestar al trabajador, pues no es materia de esta opinión, pero adelantamos, no son dignas.

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Siguiendo este mismo ejemplo, vemos que hay un patrón desde la niñez, es decir, padres que no lograron la movilidad social ascendente por la falta de oportunidades y heredan este estrato social que obliga a trabajar a los jóvenes antes de los 18 años , quienes no alcanzan las herramientas necesarias en el sistema (precario) de educación pública, considerando además que, en el mejor escenario solo el 17% de la población joven alcanza la educación superior[4], quienes tendrán que subsistir de dos formas: trabajando y estudiando o ser de los afortunados que obtienen una beca, la cual, sabemos que no es suficiente para solventar gastos de traslado, comida y gastos escolares, por lo tanto, y sin querer estigmatizar, no podrá dedicar todo su esfuerzo y tiempo a su formación académica.

Teniendo el mejor caso, nuestros jóvenes concluyen su educación superior en 5 años. Sin embargo, una vez egresados se enfrentan a un reto mayor: una oferta laboral que ha precarizado el acceso a prestaciones de ley, a un salario y a una vida digna para los jóvenes trabajadores. A una oferta laboral, que, si alcanza los 7 mil pesos mensuales, es considerado superior al promedio en México y ante esta precarización a la que el Estado ha sido cómplice de forma indirecta, encontramos figuras absurdas que permiten explotar al trabajador sin ninguna prestación laboral y un salario que no contempla ni el 45% del poder adquisitivo que tendría que cumplir, con figuras laborales como el outsourcing, trabajo por honorarios y el mal llamado “sé tu propio jefe”, que ofrecen plataformas digitales de delivery.

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Si bien, estas respuestas satisfacen la oferta laboral de miles de jóvenes en el país, el costo a largo plazo es fatal, pues nos obligan a encerrarnos en el eterno círculo de la falta de oportunidades , mientras el joven de educación privada, de padres con un sueldo mayor a los 30 mil pesos se mantiene en el mismo estrato social, porque el acceso a oportunidades fue tanto que le permitió conseguir un puesto ejecutivo en una empresa estable, muchas veces, de amistades o familiares, a diferencia de la gran mayoría de la población joven en el país, quienes, pareciera que se enfrentarán a un enemigo más, el trabajo post-COVID; al respecto, un artículo de FORBES en el 2020 ha señalado que “el aumento del empleo informal supuso que el total de trabajadores sin contrato ni prestaciones legales llega a 22.6 millones de personas en la segunda mayor economía de América Latina, que tiene una población de unos 125 millones de habitantes y cuya economía podría caer este año en torno al 10%” [5]

La juventud exige y necesita condiciones justas y dignas, requiere que se ataquen los problemas de raíz, no becas mensuales que regalan la mano de obra y no tienen reglas de operación claras, no somos una etapa de transición a la adultez, somos una generación, no somos el futuro de México, somos su presente.

Referencias


[1] Castillo Fernández, D., Arzate Salgado, J., & Arcos Sánchez, S. I. (2019). Precariedad y desaliento laboral de los jóvenes en México (Primera ed.). Siglo XXI.

[2] Toche, N. (11 de junio de 2017). En México hay 2.5 millones de niños trabajando. El economista. Recuperado de: https://www.eleconomista.com.mx/arteseideas/En-Mexico-hay-2.5–millones-de-ninos-trabajando-20170611-0008.html

[3] Censo de población. INEGI, 2020

[4] Redacción Animal Político. (12 de Septiembre del 2017). En México, solo 17% de los jóvenes logran estudiar la universidad. Animal Político. Recuperado de:

[5] FORBES STAFF. (junio 30, 2020). Empleo informal en México alcanza a más del 51% de la población en edad de trabajar. FORBES México. Recuperado de: https://www.forbes.com.mx/economia-empleo-informal-en-mexico-crece-4-1-durante-la-pandemia/


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