Continuamos con el pintar de la historia

Por Lizette Ángeles

Tiempo de lectura: 4 minutos

En el artículo pasado, hablamos sobre las técnicas que los grandes maestros del arte utilizaron, en específico la del fresco. Hoy abordaremos una de las más importantes llamada temple.

Las diferencias entre las técnicas pictóricas se basan fundamentalmente en la clase de “líquido” que se utiliza para diluir los colores. Con respecto a la pintura al fresco (explicada previamente), pudimos ver que los colores solamente van diluidos en agua con cal, ya que el soporte sobre el que se va a pintar está perfectamente preparado para absorberlos y que penetren profundamente en el muro. En el resto de las técnicas el medio en el que se disuelven o diluyen los colores, debe reunir cualidades especiales para quedar fuertemente fijados y adheridos al soporte, ya que de ello depende en gran parte la duración de la pintura.

Primero comencemos definiendo lo que significa “temple”. Este término deriva del latín medieval temperare, el cual significa mezclar. Por ello, casi todas las técnicas antiguas, excepto la pintura al fresco son temples, ya que se necesitan mezclar pigmentos con algún tipo de aglutinante.

Artista Sin Rostro Que Mezcla Pinturas Brillantes Cerca De La Paleta De Colores En El Taller

De las características más relevantes de los temples, tenemos su limpieza, puesto que permite trabajar superficies en tintas planas uniformes. Otra, es la vibración cromática, que resulta ser muy elevada dado que los aglutinantes empleados en los temples no suelen intervenir ni condicionar el color original de los pigmentos a aglutinar, ya que son muy transparentes y permiten el paso de la luz, el color y fluidez. Respecto a la fluidez, los temples al ser un medio acuoso difícilmente dejan margen a la aparición de elementos mordientes, por lo que su aplicación tiene rasgos comunes con la acuarela, tanto por su transparencia como por su secado rápido.

La pintura al temple es de las técnicas pictóricas más antiguas que se conocen, se ha utilizado en pinturas murales de la antigua Babilonia y de Egipto, incluso como decoración en los sarcófagos de los faraones, hasta las pinturas murales del periodo micénico en Grecia. También en el mundo clásico ya se conocía, específicamente utilizada en pintura de tabla, paredes e iluminación de manuscritos en el mundo bizantino y en el medievo y Renacimiento europeo. Específicamente el temple al huevo tuvo su máximo apogeo en los siglos medievales anteriores a la consolidación y difusión de la pintura al óleo, ocurrida entre el XV y el XVI.

Es importante mencionar, que el temple no excluye a la técnica al óleo, porque el sentido de este método es muy amplio; con anterioridad su uso se limitó a los pigmentos mezclados con agua. Pero también debemos tener en cuenta, que la utilización del agua con aglutinantes no es exclusiva del temple, ya que también podemos utilizar esta mezcla en las técnicas de acuarela y «gouache» o aguada.

Pintura, Lápices, Plumas, Acuarela, Acrílico

Si bien existen distintos temples (lo que los cambia es el aglutinante), como temple a la caseína, temple de cera y cola, etc., la forma más común de la pintura al temple, es el temple al huevo. Básicamente los pigmentos o el color ya no solo se mezclan con agua, también con elementos grasos. El medio de los pigmentos es una emulsión, lo que significa que es una mezcla de elementos grasos y acuosos. Y en este caso se ocupa la yema de huevo que sería una emulsión natural, que, al ser mezclada con los pigmentos y el agua, propicia un tipo de pintura de secado rápido.

La transición posterior de temple a óleo hace que existan infinidad de recetas que van desde temple de huevo pura, en donde el único aglutinante es la yema, hasta otras recetas más grasas, donde se incorporan aceites y barnices. Pero, sea la receta que sea, principalmente se debe separar la yema del resto del huevo y no debe quedar la clara. Los pigmentos se mezclan con agua (NUNCA se añade más yema que agua) y se muelen hasta quedar todo bien disuelto. Finalmente, la mezcla obtenida, se enfrasca y se cubre con un paño húmedo (para mantener la mezcla fresca). El temple al secar más rápido y al tener menos proporción de aceites, oscurece el color.

En esta técnica no se deben de dar dos pinceladas seguidas por el mismo lugar hasta que no haya secado por completo la primera pincelada, tradicionalmente se aplicaba en pincelada corta o cruzándolas en forma de rejilla.

El óleo reemplazó a la pintura al temple como principal medio artístico durante el siglo XV en la pintura holandesa del norte de Europa y al rededor del año 1500, reemplazó a la témpera en Italia.

Una obra muy famosa en la cual se ocupó el temple al huevo es “El nacimiento de Venus” por el pintor Sandro Botticelli. Esta obra se realizó en pleno contexto histórico del Renacimiento y fue pintada para un miembro de la familia Médici, para decorar uno de sus palacios. Fue una obra revolucionaria en su tiempo, ya que presentaba abiertamente un desnudo no justificado por ningún componente religioso, así como un tema mitológico procedente de la cultura clásica grecorromana (anterior al cristianismo), por lo que suponía la aceptación del nuevo humanismo renacentista alejado del oscurantismo medieval. De igual forma la obra de “La primavera” de Sandro Botticelli está realizada en temple al huevo.

«Nacimiento de Venus»- Sandro Botticelli

Otra magnífica obra realizada con esta técnica fue la de “Lamentación sobre Cristo Muerto” del pintor del Quatrrocento italiano, Andrea Mantegna y que marcó un antes y un después en cuánto a la perspectiva artística. La obra nos presenta como protagonista un Cristo muerto tendido sobre el mármol de forma casi perpendicular al espectador, y a su lado izquierdo la Virgen María, San Juan Evangelista y María Magdalena que sufren desconsolados. Contiene un fuerte contraste de luces y sombras y la escena transmite un profundo sufrimiento y desolación.

«Lamentación sobre Cristo Muerto»- Andrea Mantegna

Una vez más, podemos darnos cuenta de las dificultades a las que se enfrentaron no solo los grandes maestros, sino los pintores de la época, sin embargo, con ello, podemos valorar y apreciar aún más sus trabajos hoy en día. Aún queda mucho más por observar, admirar y considerar al momento de ver las obras de arte en un museo. Ahora podemos apreciar y entender un poco más de las texturas, por qué son así las pinceladas, los colores y todo lo que envuelve una obra.

Referencias

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Un comentario Agrega el tuyo

  1. Muy interesante, he aprendido mucho sobre la historia de la pintura al temple. Muchas gracias por compartirlo saludos.

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