¿Lujoso o apestoso? El increíble palacio de Versalles en el siglo XVII

Por Monserrat Rebollo

Tiempo de Lectura: 4 minutos

En un inicio el Palacio de Versalles fungía como un modesto recinto de caza para el rey Luis XIII, años más tarde su hijo a la edad de 27 años lo elegiría para construir el gran palacio que se conoce hoy en día.

Siendo uno de los complejos arquitectónicos más importantes de toda Europa y considerado el símbolo del absolutismo real, para 1979 el majestuoso Palacio fue declarado patrimonio de la humanidad, resultando ser una de las más importantes creaciones en la historia del arte barroco francés.

Cuenta con tres palacios: Versalles, el Gran Trianón y el Pequeño Trianón; fue construido entre los años 1661 y 1692, incluye un sin número de edificios situados en la Villa, teniendo alrededor de 800 hectáreas, 25 km de caminos, 11 hectáreas de techado, 2,153 ventanas y 67 escaleras, además de contar con uno de los jardines más grandes del mundo que abarca no menos de 7,996,588 metros cuadrados en el cual se encuentran alrededor de  200,000 árboles y más de 210,000 flores de todo tipo.

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Para su construcción el rey Luis XIV colaboró con los mejores y más brillantes artistas y artesanos de toda Francia e Italia, sin embargo, no fue construido para dar únicamente fiestas y recepciones, el palacio de Versalles se convirtió en el centro de la nación francesa en el siglo XVII y XVIII, cabe señalar que fue ahí, en el salón de los espejos en donde el 28 de junio de 1919 se firmó el tratado de paz entre los Países Aliados y Alemania.

Pero, lejos de todos los lujos y magnificencias contenidas en este palacio, ¿qué tan higiénico crees que era?…

Como bien se sabe la higiene de Francia (y toda Europa) en el siglo XVII no era la mejor de todas y el gran palacio de Versalles no era la excepción. En aquella época se creía que el uso de agua caliente provocaba una gran propagación de enfermedades. Se aseguraba que el baño frecuente era perjudicial para la salud, así pues, para considerarse limpio en aquella época bastaba con sólo lavarse las manos y el rostro.

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El baño de cuerpo completo se realizaba de forma jerárquica, el primero en asearse era el padre de familia, posteriormente la madre y por último los hijos, se acostumbraba hacerlo una vez al año, aunque existen muchos personajes de la época que no se bañaron más de dos veces en toda su vida.

A pesar del lujo que se percibía en el palacio no se contaba con excusados o retretes para satisfacer las necesidades fisiológicas de las más de 15,000 personas que lo habitaban, en su lugar, cuando se presenciaban las grandes recepciones en Versalles, los sirvientes eran los encargados de portar orinales para que cualquiera pudiera usarlos pero estos no eran suficientes, lo cual, orillaba a gran parte de los presentes a defecar u orinar detrás de las cortinas, en las escaleras o inclusive en los pasillos del palacio; las mujeres acostumbraban hacer sus necesidades de pie y sin quitarse la ropa, ya que esto era bastante complejo por la cantidad de prendas que portaban.

Un dato que vale la pena mencionar es que en el año 1715 el rey, Luis XV creó un decreto en el cual se estipulaba que las heces del palacio debían ser retiradas una vez por semana, lo que no nos deja mucho a la imaginación el repugnante hedor que se percibía dentro de Versalles. 

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Los olores corporales eran otra parte del problema y el modo para combatirlos radicaba en el uso de perfumes; se crearon bolsitas con aromas muy fuertes como lo son el ámbar o el almizcle y estos se acoplaban a la vestimenta en la zona de las axilas y muslos, sin embargo, el rey Luis XIV prefería los aromas más intensos como el azahar y se dice que en su habitación ese era el único olor que se podía percibir.

A pesar de que la nobleza se cambiaba de ropa interior varias veces al día, los vestidos no se podían lavar dado el material del que estaban elaborados, por lo cual acumulaban polvo y suciedad, inclusive las pelucas utilizadas por la nobleza llegaban a tener grandes cantidades de piojos o pulgas.

El uso de los abanicos se implementó, no sólo para disminuir el calor, sino que también eran bastante útiles para mitigar el mal olor de las mujeres de la corte. Los cepillos de dientes eran inexistentes en esa época y los nobles de Versalles acostumbraban a limpiar sus dientes y encías con mezclas de hierbas aromáticas para debilitar el mal olor.

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Como puedes leer, la belleza y los lujos que se podían apreciar en el palacio eran más que asombrosos y dejaban a todo el mundo maravillado pero la higiene y las costumbres no eran muy diferentes a las que se vivían en los barrios de la Francia de aquella época. La opulencia y ostentación del palacio no dejó de lado la casi nula limpieza e higiene que se tenía por parte de la nobleza y la corte Francesa.

Y tú, ¿Qué opinas, lujoso o apestoso? ¿Vivirías en el Versalles del XVII?

Referencias

  • Spawforth Tony, (2010). Versailles: A Biography of a Palace.

Fernández, J. F. (2020). Versalles: Historia comparada y patrimonio cultural (Vol. 1). BOD GmbH DE https://books.google.com.mx/booksid=mczTDwAAQBAJ&pg=PA110&lpg=PA110&dq=versalles+historia+comparada+y+patrimonio+cultural+pdf&source=bl&ots=3WkodMBB0s&sig=ACfU3U1lJTXOMv39R3yWns__ucqUGOB3VQ&hl=es&sa=X&ved=2ahUKEwj4zoXHhbrsAhUOQ80KHRhcAkYQ6AEwEXoECAYQAg#v=onepage&q=versalles%20historia%20comparada%20y%20patrimonio%20cultural%20pdf&f=false

  • Carranza Torrejón, A. (2009). El vocabulario francés de los peinados, los guantes y los afeites en el siglo XVII.
  • Saint-Simon, (1988), Memorias de Luis XIV

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