Por Jennyfer Muñoz
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La música reggaetón ha sido un tema controversial desde su surgimiento en Latinoamérica, en los setentas en Panamá y su institucionalización en Puerto Rico a principios de los noventas, como resultado de la fusión del reggae jamaicano con el hip hop norteamericano, pero también de la fusión de la Salsa clásica, la tradicional Bomba puertorriqueña, muchos consideran a Vico C como uno de los principales iniciadores junto con Daddy Yankee.
“Una música nómada, que desborda los límites del nacionalismo cultural, las clasificaciones raciales y étnicas, las normas establecidas del buen gusto, las teorías académicas”.
El estudio de este género musical como fenómeno social lo podemos abordar desde distintos puntos de partida ya que al mismo tiempo que despierta odios también despierta amores. Es criticado por sus letras explícitas, la sensualidad del ritmo y del baile, las jergas de la calle, el barrio, del gueto, drogas, violencia, además de sexo, seducción y mujeres; machismo.

Desde sus inicios se ha ganado la fama de ser superficial y apolítico pero, ¿qué tanto de esto último es cierto? Es innegable que el contenido suele ser monótono y machista, sin embargo, desde sus orígenes se puede identificar un sentido de pertenencia y enaltecimiento de la latinidad con un conjunto de características en general: playa, baile, calor, ritmo aunque no precisamente todas las regiones y países latinos desde México hasta la Patagonia, sean así. Todos latinos, todos bailamos.
El reggaetón se reivindica como una música fruto de un contexto social que no puede olvidarse, es fruto del barrio, de los desplazados por lo cual se suele generar un repudio a priori como pasa con toda la cultura popular y subalterna pero también a toda expresión de lo bailable por parte de la cultura masiva hegemónica.
Con el paso del tiempo fue ganando espacio y aceptación, se consensuó y normalizó dentro de la industria musical y la cultura de masas gracias al blanqueamiento de sus letras y de la propia sociedad latina. Se vuelve ameno y vendible para un público consumidor más amplio, ahora lo podemos escuchar en cualquier discoteca.

Vemos que existen un sin fin de remixes con este fin, citando otras canciones, con un fin puramente de marketing ya que traen a la actualidad las canciones con las que surge el género, las más representativas y no tanto, el famoso “reguetón de antaño” las que hace 10 años eran las más feas para uno y ahora “perreamos hasta el suelo” (sic), no solo las venden de nuevo, las legitiman a través del proceso de apropiación cultural.
En cuanto al contenido político que podrían llegar a tener podemos recurrir a un ejemplo que sucedió a mediados de julio de 2019 cuando centenares de manifestantes se concentraron en frente de La Fortaleza, la sede del Gobierno en Puerto Rico, para celebrar la renuncia del entonces gobernador Ricky Rosselló a ritmo de reggaetón, incluso varios artistas del género de posicionaron en contra del gobernador como Residente, Bad Bunny y Luis Fonsi. A través de redes sociales se compartían memes haciendo referencia a que el reguetón es el nuevo punk.
Ahora bien, si se parte del supuesto de que «lo personal (cuerpo) es político» entonces podemos encontrar una relación con sentido de las representación sociales del cuerpo y más del cuerpo femenino. Por un lado, encontramos el discurso de que las mujeres que escuchan o bailan reguetón «no se dan a respetar», entre otras.

Empero, creo que es machista pensar y afirmar que a las mujeres que les gusta el reguetón y perrear letras machistas y misóginas las vuelve menos y les invita a faltarles el respeto “yo quiero bailar… eso no quiere decir que pa’ la cama voy” ya lo decía Ivy Queen. Pero, tampoco significa que a partir de un baile se puedan emprender prácticas emancipadoras ya que hacen falta componentes colectivos más que empoderadores.
Referencias
- Rodrigues Morgado, Carolina (2012). Reggaetón, mujeres e identidades : yo quiero bailar… eso no quiere decir que pa’ la cama voy. Maestría en Ciencias Sociales con mención en Género y Desarrollo, FLACSO Sede Ecuador. Quito, 104 p.
- Laborde, Antonia (2019).Revolución en Puerto Rico a ritmo de reguetón. Periódico «El país». Recuperado de: https://elpais.com/elpais/2019/07/29/gente/1564414757_656338.html
Justificar que “es bailable” no le quita el horrendo e irrespetuoso contenido de sus letras.
Que ahora los medios “normalicen” su escucha y hablen de “la música del pueblo para el pueblo” no la hace mejor, sin duda. Una nota subjetiva que intenta justificar y agregarle un componente de inteligencia al regueton que simplemente no lo tiene.
Sin embargo, y lejos de echar espuma por la boca si es que la persona que escribió esto lo lee, sepa que es bueno no estar de acuerdo porque de eso se trata la pluralidad 😉 buen espacio
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Hola, Laura.
Es un tema, que como escribí, «despierta odios… y amores» Comparto contigo, y estoy consiente de la naturaleza sus letras, sin embargo, no es el único género con letras horrendas e irrespetuosas.
Se puede abordar el estudio desde diferentes puntos de partida, y este fue el que escogí.
Mil gracias por tus comentarios y leernos. Saludos
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