¿Somos “gordos” porque queremos?

Por Jennyfer Muñoz

Tiempo de lectura: 3 minutos

En este contexto de confinamiento debido a la pandemia de covid-19 he escuchado diversas preocupaciones en torno al empleo, la educación, la salud mental que siempre es dejada a un lado, las distracciones y el ocio, el deporte y la salud alimenticia.

De esta última, el doctor López-Gatell se ha referido en varias ocasiones en los informes diarios sobre la situación en México por el coronavirus.

Como ejemplos, en una ocasión llamó “veneno embotellado” al refresco y las refresqueras perdieron la cabeza, ahora este pasado 17 de agosto subió un vídeo a sus redes sociales en donde declara que es necesario cambiar nuestros hábitos alimenticios ya que “las enfermedades crónicas asociadas a la mala alimentación fueron elementos determinantes en mortalidad por Covid-19″ además hace un llamado a cambiar la oferta de alimentos que tiene México, que no sería problema ya que el país es megadiverso así como a la toma de conciencia para decir “no” a los alimentos no saludables.

Aunado a esto, recientemente se modificó la Norma Oficial Mexicana 051 (NOM 051) publicada en el DOF el 27 de marzo, en donde hoy se vuelve una realidad la lucha que ya venía cocinándose desde hace aproximadamente dos años por parte de asociaciones civiles; el etiquetado seguro para alimentos y bebidas, con el objetivo de que los consumidores tomen decisiones informadas respecto a su alimentación con base en etiquetados claros y sencillos de entender, además de la eliminación de “personajes” que hacen atractivos a tales productos.

Pero también vemos que en Oaxaca y Tabasco se acaban de aprobar leyes para la prohibición a “la venta, distribución, donación, dádiva y suministro de comida chatarra a menores de edad.”

Estas medidas son aplaudibles en primer momento, pero realmente ¿son viables en una sociedad donde cultural e históricamente se premia o reprime a los niños y niñas con dulces, donde es más barato comprar unas galletas que fruta para el postre, donde la economía y el ritmo de vida hacen que se prefiera un “guajolocombo” de $25 a una ensalada de $80 porque “llena más”?

Las Cookies, Oreo, La Leche, Postre, Sweet, Chocolate

En entradas anteriores, en el artículo “¿Hay gorditos felices?” se lee que el problema es “de consecuencia multifactorial”[1] en este sentido se relaciona no solo con la genética, la educación, estilos de vida poco saludables, los acelerados procesos de urbanización que afectan la vida.

Según la FAO tanto las procesadoras de alimentos como los supermercados están creciendo rápidamente en muchos países en desarrollo, entonces  reemplazan a los medios tradicionales y aumentan la disponibilidad de alimentos procesados y empacados, las condiciones socioeconómicas (cuanto más bajo es el poder de compra del público al que se dirige, más alto es el contenido de grasas, azúcares y aditivos[2])

Fotos de stock gratuitas de acciones, almacenar, artículos

Inclusive a la poca/nula seguridad, disponibilidad y acceso a espacios para hacer ejercicio (con el confinamiento esto se puede agraviar, será posible que algunos hayamos aumentado de peso) sino también, y como resultado de lo anterior: con la cultura alimenticia que según varios estudios ha cambiado desde hace aproximadamente 35 años.

Cabe recordar que siendo todos los individuos miembros de una cultura y la cultura una guía aprendida de comportamientos aceptables, los modos de alimentación deben ser necesariamente influidos por la cultura, en esta se comprenden las preferencias y repulsiones, prácticas en torno a la adquisición, distribución, preparación y consumo de alimentos.

Es decir, es un problema sistemático de salud pública y no puede quedar reducido solamente a una mala alimentación o porque no queramos comer bien. De la misma manera que el “pobre no es pobre porque quiere” los “gordos y gordas” no lo son así porque quieran, y de ninguna manera se podría solucionar de fondo el problema si continuamos viéndolo de esta manera.

Referencias

  • [2] Aguirre-Patricia(2000) Aspectos Socioantropológicos de la obesidad en la pobreza, en La obesidad en la pobreza: un nuevo reto para la salud pública. OPS. Washington. DC

Anuncio publicitario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s